MUSEO PALACIO DE LA INQUISICION


Esta edificación es considerada por muchos arquitectos e historiadores, como la mejor representante de la arquitectura civil del siglo XVIII en Cartagena. Fué edificada frente a la actual Plaza de Bolívar, en los lotes que ocuparon tres casas que el Santo Oficio había arrendado desde 1610 cuando inició sus actividades y que demolió en 1630, una vez las adquirió y decidió construir su sede.

Durante el bombardeo realizado por Vernon a la ciudad en 1714, una bomba desmanteló la casa y hubo que derribarla. A raíz de la falta de recursos, el inmueble que albergaba la sede de los Tribunales y servía como cárcel, no pudo ser reconstruida sino hasta 1770, tiempo durante el cual, el Tribunal tuvo que funcionar en la casa del inquisidor más antiguo.

La fachada del Palacio de la Inquisición, se destaca por sus rejas en la planta baja y los balcones en el piso superior, presentando la fisionomía características de las casonas coloniales de Cartagena, y su portada, es uno de los ejemplos más significativos del Barroco en nuestro territorio, las pilastras rehundidas que flaquean la  puerta sostienen un entablamiento, cuyo friso está decorado con estrías verticales a modo de triglifos colocados encima de las pilastras y de la clave. El frontón dibuja una amplia y caprichosa curva, cuyo tímpano está ocupado por un escudo rodeado de una moldura mixtilínea terminada en espirales. Otra moldura mixtilínea encierra todo el conjunto de la portada, que como otro detalle del barroquismo, presenta complicadas molduras en las jambas y arco de la puerta. Sobre las espirales de la moldura anterior hay una ventana con una cruz que tiene en el fondo una inscripción que indica la fecha en que se construyó; en el año de 1770.











Sobre esta fachada principal, aún se pueden ver los restos del escudo del Tribunal que fué destruido por los patriotas el 11 de noviembre de 1811, quienes también quemaron todos los archivos. A partir de esta fecha la casa donde funcionó el Tribunal del Santo Oficio en la ciudad de Cartagena de indias, fue otorgada al General Juan Manuel Arrubla, en pago de servicios,  y de mano de éste, pasó durante más de un siglo, a manos de particulares, hasta que fue readquirida por la nación en el año 1950.   

Al interior, la construcción se organiza alrededor de un patio central, rodeado por arcos de medio punto apoyados en pilares ochavados. En la fachada lateral, sobre la antigua calle de La Inquisición, aún se encuentra una pequeña ventana, defendida por una gruesa reja, que sirvió como buzón secreto donde se depositaban las denuncias que hacían los ciudadanos de manera anónima ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, y que daba lugar a largos y minuciosos procesos.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       




                                                                                                                                                                                                                                                       
En los años cincuenta del siglo XX,  y con el fin de ser adaptada como Sede de la Academia de Historia de Cartagena, esta casa fué sometida a un proceso de restauración por Miguel S. Guerrero y el conocido historiador de la ciudad Donaldo Bossa Herazo, quien a pesar de estar bien intencionado en la restauración, la despejó de los pañetes  originales, hechos con base en cal, y los reemplazó por un revoque de cemento, acción que despojó a la casa  de una  parte importante de su historia por cuanto en la actualidad, hay evidencia que este inmueble , poseyó pintura mural, oculto bajo diferentes capas de pintura, que fué irremediablemente destruida al reemplazar el pañete. En el año de 1997, y con recursos de la Nación, se inició nuevamente un proceso de restauración que buscó recuperar en la casa, elementos que perdió en las anteriores restauraciones, para permitir que continuara como Sede de la Academia de Historia y que además pudiera servir como Archivo Histórico de la ciudad.

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